“Caminen en el amor” (Ef 5, 2).
Bienaventurados los que, como Pablo, caminan en el amor (1 Cor 12, 31-13 ss.). Serán llamados los verdaderos discípulos del Señor.
MOMENTO DE REFLEXION
P. Diego Fares sj
Caminar en el amor en Pablo
Caminar en el amor no es una frase muy frecuente en las traducciones de Pablo. Pero las expresiones “vivir en el amor”, “andar en” “proceder”… etc., tienen detrás la imagen fuerte de “caminar en el amor”. Pablo la utiliza literalmente en la carta a los Efesios:
“Caminen en el amor como Cristo los amó y se entregó por nosotros como oblación y víctima de sua-ve aroma. Ustedes hora son luz en el Señor” (Ef 5, 2)
Y agrega otra expresión, que viene a ser sinónimo de caminar en el amor:
“Caminen como hijos de la luz; pues el fruto de la luz consiste en toda bondad, justicia y verdad. Examinen qué es lo que agrada al Seño” (Ef 5, 8).
Muchas traducciones dicen “vivan en el amor” o “vivan como hijos de la luz”. Es que el camino es símbolo de la vida en todas las culturas. En hebreo, camino se dice “derek” y tiene una raíz de origen cananeo que significa energía vital. Por eso decir camino y decir vida es lo mismo. Vivir es caminar. Caminar en el amor es caminar en la vida.
El camino tiene que ver también con la luz de la verdad práctica, con el discernimiento que uno hace de por donde camina, adonde va y qué ritmo y estilo mantiene al caminar. Por eso decir camino y decir camino verdadero y recto o camino luminoso, es también lo mismo.
Pablo habla de seguir los criterios de Cristo sin dejarnos engañar por los criterios del mundo:
“Caminen, pues, en Cristo Jesús, el Señor, tal como le han recibido; enraizados y edificados en él; apoyados en la fe, tal como se les enseñó, rebosando en acción de gracias. Miren que nadie los esclavice mediante la vana falacia de una filosofía, fundada en tradiciones humanas, según los elementos del mun-do y no según Cristo” (Col 2, 6-8).
Caminar en Cristo es la expresión que sintetiza sabiduría y bondad. Es caminar “agradando a Dios en todo”, con discernimiento y dando frutos. Pablo lo dice así:
“Pido que lleguen al pleno conocimiento de su voluntad con toda sabiduría e inteligencia espiritual, para que anden de una manera digna del Señor, agradándole en todo, fructificando en toda obra buena y creciendo en el conocimiento de Dios (Col 1, 7-10).
Cuando Jesús afirma en Juan “Yo soy el camino, la verdad y la vida”, para la mentalidad hebrea, no está diciendo tres cosas sino una sola: “Yo soy el camino verdadero de la vida”. Yo soy el modelo de lo que le agrada al Padre, el que los hace discípulos agradables al Padre nuestro.
Este caminar en el amor requiere de la fe.
“Así pues, siempre llenos de buen ánimo, sabiendo que, mientras habitamos en el cuerpo, vivimos lejos del Señor, pues caminamos en la fe y no en la visión… Estamos, pues, llenos de buen ánimo y (…) por eso, nos esforzamos por agradarle (2 Cor 5, 6-9).
La fe nos hace estar atentos a las mociones del Espíritu, a sus impulsos, que son contrarios a los impulsos de la carne:
“Por mi parte les digo: Si caminan en el Espíritu, no den satisfacción a las apetencias de la carne. (…) Si vivimos por el Espíritu sigamos sus huellas” (Gal 5, 16-25).
En este caminar en la fe y en el amor de Cristo Pablo recupera lo más lindo de Israel . Como dice el Deuteronomio, para quien la santidad es “caminar en la presencia del Señor”:
“Ahora, pues, Israel, ¿qué pide de ti Yahveh, tu Dios, sino que temas al Señor, tu Dios, que andes en todos sus caminos, que ames y sirvas a Jehová, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma (Dt 10, 12).
Como dice el Salmo 25:
Muéstrame, Señor, tus caminos, enséñame tus senderos. Guíame por el camino de tu fidelidad; enséñame, porque tú eres mi Dios y mi salvador, y yo espero en ti todo el día. El Señor es bondadoso y recto: por eso muestra el camino a los extraviados; él guía a los humildes para que obren rectamente y enseña su camino a los pobres. Todos los senderos del Señor son amor y fidelidad, para los que observan los preceptos de su alianza (Sal 25, 4).
Caminar en el amor es caminar por un camino que el Padre ya ha preparado para nosotros:
“Pues somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para las buenas obras, las cuales Dios preparó de an-temano para que anduviéramos en ellas” (Ef 2, 10).
Lo lindo de la expresión es que pone la imitación del Señor no en algo extático sino dinámico, imitar a Jesús, vivir en Él y para Él es caminar por Él: caminando según sus criterios, cultivando sus sentimientos y practicando sus obras buenas nos vamos haciendo semejantes a Él. El discipulado se hace sobre la marcha.
Caminar en el amor, en Ignacio
Caminar es elegir un camino, tomar una dirección exterior y llevar un ritmo interior. Caminar en el amor es elegir la dirección del salir de sí para ir al otro y elegir un ritmo que nos permite caminar con el otro, estando atento al otro.
Sentir primero el amor , antes que otros deseos
En las reglas para hacer una sana y buena elección Ignacio expresa la primera en los términos dinámicos del amor, en lo que tiene de caminar. Hacer una buena y sana elección implica:
“Que aquel amor que me mueve y me hace elegir la tal cosa, descienda de arriba, del amor de Dios; de forma que el que elige sienta primero en sí que aquel amor más o menos que tiene a la cosa que elige, es sólo por su Criador y Señor” EE 184).
El primer paso para caminar en el amor es “sentir primero en nuestro interior el amor de Dios y el amor a Dios”. El deseo de agradar a Dios es el principio y fundamento de todos nuestros caminos “para alcanzar amor”.
Ignacio se llena primero afectivamente (con toda su libertad, su memoria, su inteligencia, su imaginación y sentidos espirituales) del amor de Dios “que desciende de arriba”, como dice en la Contemplación para alcanzar amor”, y entonces, en segundo lugar, mira hacia afuera, al paso bueno que puede por amor dar.
Este paso de “sentir primero con todo su afecto el amor de Dios” se le fue haciendo costumbre a Ignacio, de ma-nera tal que cuando le tomó el gusto (a pensar primero en el amor de Dios y a sentirlo y gustarlo internamente en toda ocasión), “comenzó a quedarse (vacare) sólo para Dios”. “Vacare” es vacación: dejar las cosas y quedar libre para hacer lo que a uno le gusta. E Ignacio le toma el gusto a descansar y vacacionar en el amor de Dios en todo momento.
Este paso primero implica también hacer una pausa, frenar los impulsos a actuar de cualquier manera y bajo el impulso de cualquier necesidad, hasta sentir que “lo que nos mueve” y hace caminar es el impulso del Espíritu Santo, que nos lleva a donde Él sabe y quiere.
Ritmo interior de nobleza y señorío de sí para ser buen súbdito de su Divina majestad
Otra manera de expresar lo mismo es decir que este primer paso de nuestro caminar en el amor implica dejar lugar, hacer sitio: vaciar el corazón de los intereses propios para hacer lugar a los intereses de Cristo. “Vacare” es dejar lugar vacante, es la apertura y disponibilidad del que está libre y a la espera de que sea el amor el que le pida un servicio. En Ignacio esta actitud es la del noble caballero que se ejercita en ser dueño de sí para estar disponible y bien entrenado y poder servir a su Divina Majestad en la misión que quiera darle y cuando quiera. La ascética no mira a la propia perfección sino al mejor servicio del Otro. La indiferencia ignaciana y el trabajo exigente en la misión no tienen ningún rasgo voluntarista o de auto-mirada: brotan del Amor. Llenarse afectivamente de este amor implica “ordenar las afecciones desordenadas”; llevar a la práctica aquellas misiones a las que el amor invita implica un buscar siempre más, más amor.
La liturgia concebida como un llenarnos del amor de Dios
Este primer paso para caminar en el amor tiene su expresión concreta en el amor a la liturgia: llenarse afectivamente del amor es llenarse de la Eucaristía y de la Palabra del Evangelio, de modo tal que, luego, nuestras opciones y elecciones estén motivadas por el amor de Dios manifestado en Cristo Jesús. A eso apuntan los Ejercicios Espirituales. Ignacio considera los Ejercicios como Ejercicios para llenarse de amor: llenarse del espíritu de la liturgia, que es pura alabanza y reverencia y llenarse del espíritu de la misión, que es deseo de servicio.
En la Autobiografía, Ignacio utiliza la expresión “seguir el camino del peregrino” para expresar a lo que apuntaban sus Ejercicios espirituales(Cfr. Autob. 92). Hacer los Ejercicios es caminar con Ignacio, ser compañeros de Jesús como Ignacio peregrino. Caminar a las misiones que el Señor da y a su paso, al estilo de Jesús, según su modo.
Caminar en un amor que es “caridad discreta”
Ignacio es el “caballero de la caridad discreta”. Caballero porque que lucha, pero no con armas terrenas de sangre sino con las armas humildes y alegres del amor. De la Caridad porque su caminar es un caminar en el cariño de compañeros, como los 72 discípulos a los que Jesús envía de dos en dos para que se ayuden y acompañen. Esto será propio del modo de enviar Ignacio en misión a los suyos: de dos en dos.
Caridad discreta significa que no se ama a todos de la misma manera y que no se ama sin la distancia óptima que respeta la libertad del otro. Amar discretamente implica el mismo primer paso de la sana elección: amar al otro como Jesús lo ama, mirando primero el “paso pedagógico” por así decirlo, que Jesús tiene para con sa alma; qué paso le quiere hacer dar. Esto para no maltratar los límites, para no exigir de más ni ser permisivos.
Caminar manteniéndonos discípulos
Caminar en el amor, para Ignacio, es mantenerse siempre como discípulo: sin dignidades que no sean para la misión. Ignacio camina como compañero de Jesús, siempre como aprendiz y junto con otros. Ignacio se siente “un contratado sólo a causa de la abundancia de la cosecha”. Trabaja por jornada y en lo que sea necesario. Es un “operario” como decimos nosotros los jesuitas, uno que hace changas, aunque sean “changas grandes y con cargos”. En el fondo Ignacio se considera como un ayudante, uno que da una mano. Ese es el servicio de amor hondo en el que se especializa. Lo demás, es estructura externa, necesaria e importante, pero para poder mostrar de manera estable la esencia del amor, que es el dar una mano personalmente y colaborar con otros en la misión.
Caminar en el amor cargando la cruz
Cargar la cruz no es algo externo para Ignacio. Como si se pudiera caminar en el amor sin tener que cargar la cruz. La cruz no es exterior al amor: es el amor mismo en cuanto no puede dejar de lado a nada ni a nadie y entonces los que se resisten al amor se convierten en peso, en obstáculo y en persecución que hay que sostener y llevar. Así como el gozo no es premio exterior al amor sino que es el amor mismo sentido y gustado internamente, así el sufrimiento tampoco es exterior: el dolor es el amor mismo sentido y gustado interiormente. No se sufre por lo que no se ama así como tampoco se goza con lo que no se ama.
Ignacio nos invita a desear la consolación y a desear las penas de Cristo. Es lo mismo que invitarnos a amar a Dios en todas las cosas. No dejar afuera nada, no dejar afuera al conflictivo ni a los conflictos, eso será caminar en el amor en medio de persecuciones. No dejar afuera nada de lo bueno y hermoso, eso será caminar en el amor en medio de las consolaciones. De ahí el ser compañeros de Jesús en trabajos y penas para serlo también en su gloria.
MOMENTO DE CONTEMPLACIÓN
Hna. Marta Irigoy
misionera diocesana
Todo el proceso de los Ejercicios Espirituales, es un camino cuya meta es el Amor. El ultimo Ejercicio que San Ignacio propone es la “Contemplación para alcanzar Amor”. El Amor que Dios nos tiene y por el que se ha comprometido en Alianza Eterna, para que toda nuestra vida sea un canto de alabanza ante “tanto bien recibido”…
En la Contemplación para alcanzar Amor, Ignacio nos propone que “recordemos – pasemos por el corazón”, los dones recibidos, para contemplar nuestra vida como un don.
Dios cuando da sus dones, se da a Si mismo, haciéndose presente en la historia…-nuestra historia-, trabajando sin cesar por nosotros y para nosotros. El sigue haciendo su obra en el corazón de cada hombre y de cada mujer, Él trabaja en lo secreto…
Por eso, la invitación a “recordar” como Dios me fue conduciendo a lo largo de mi vida, es lo que posibilita descubrir, reconocer y así poder “agradecer” la acción de Dios en nuestra vida…
Desde esta experiencia, se nos va limpiando la mirada y descubrimos que todo refleja la Gloria de Dios…- su Belleza-…
Todo esta a mi servicio para que así pueda amar a Dios en todas las cosas y a todas las cosas en Él…haciendo de mi vida un canal del amor de Dios para los demás, es decir servir a Dios en mis hermanos…
A lo largo de este año, en nuestros Talleres, fuimos reconociendo esta experiencia al asomamos al corazón de San Pablo y de San Ignacio. Ellos en su vida y experiencia personal de Jesús, fueron “alcanzados” por el Amor…
Nosotros también, seguramente hemos sido alcanzados y alcanzadas por el Señor resucitado, a lo largo de este año…
Esta propuesta que hacemos hoy, es una invitación para seguir haciéndola en el caminar de este mes de noviembre, siendo una ayuda para hacer la “Contemplación de Amor” de todo este año 2009, en donde fuimos cada uno y cada una “alcanzados por el Amor de Jesús”, para así vivir agradecidamente ante tanto bien recibido de Dios nuestro Señor.
+ Hacé memoria de los hechos más significativos de este año…
+ Recordá los sentimientos que inundaban tu corazón…
+ Podés descubrir de donde venían?
* De tus inseguridades?
* De tu confianza en Dios?
* Agradecé lo que hoy podes, rescatar como enseñanza!
San Pablo, se sintió alcanzado por Jesús, pero a la vez sigue su carrera…
+ Donde podés reconocer la presencia viva de Jesús Resucitado que te “alcanzó con su Amor”…?
* En tu vida familiar?
* En tu vida de oración?
* En tu vida de servicio a los mas pequeños?
* Agradecé la presencia cariñosa y cercana de Jesús…
* Ofrecé todo lo recibido a Dios con esta Oración:
Toma, Señor y recibe toda mi libertad,
mi memoria, mi entendimiento y mi voluntad,
todo mi haber y poseer. Vos me lo diste y a Vos Señor, lo torno.
Todo es tuyo;
disponed a tu voluntad.
Dame tu amor y gracia, que esta me basta” ( EE 234).