
San José: Padre en la obediencia cordial
Texto del Papa: “Así como Dios hizo con María cuando le manifestó su plan de salvación, también a José le reveló sus designios y lo hizo a través de sueños que, en la Biblia, como en todos los pueblos antiguos, eran considerados uno de los medios por los que Dios manifestaba su voluntad[13].
José estaba muy angustiado por el embarazo incomprensible de María; no quería «denunciarla públicamente»[14], pero decidió «romper su compromiso en secreto» (Mt 1,19).
En el primer sueño el ángel lo ayudó a resolver su grave dilema: «No temas aceptar a María, tu mujer, porque lo engendrado en ella proviene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados» (Mt 1,20-21). Su respuesta fue inmediata: «Cuando José despertó del sueño, hizo lo que el ángel del Señor le había mandado» (Mt 1,24). Con la obediencia superó su drama y salvó a María”.
Reflexión: La obediencia de José no es pasiva ni formal. Es una obediencia de corazón, una obediencia que ha superado un proceso angustioso, con dudas y sentimientos encontrados a los que José ha dado su tiempo.
Este animarse a sentir las dudas, la contradicción y la oscuridad es un paso esencial del discernimiento.
Antes de obedecer lo que el Señor le sugerirá, José se anima a llegar a una decisión propia, la mejor posible para él. Recién allí, Dios le revela cosas que no podía saber y que le hacen cambiar su voluntad por la del Padre.
José se anima a sentir sus miedos más hondos y a llevar al límite su conciencia moral. Abandonar a María en secreto es lo mejor que se le ocurre. Yo lo veo como una forma de cargar la culpa sobre si. Me suena parecido al “yo tampoco te condeno” de Jesús a la adúltera. Si José no la repudiaba, tampoco los otros podrían hacerlo.
Lo que destaco es que el Señor obra luego que uno ha discernido en conciencia lo más noble y se ha jugado por ello. Entonces si, manda su Ángel a quitarle el miedo y a revelarle un panorama más amplio.
Sintiendo la consolación que se experimenta cuando Dios nos quita el miedo y nos revela su Plan, José elige inmediatamente hacer la voluntad de Dios. Puede hacerlo porque junto con el hacerle ver su Voluntad el Señor le libera el corazón, los sentimientos y la mente de todos los temores y oscuridades.
Esta liberación es el sentimiento más fuerte de un buen discernimiento: uno experimenta que el Señor abrió una puerta donde había un muro.
Texto del Papa: “En el segundo sueño el ángel ordenó a José: «Levántate, toma contigo al niño y a su madre, y huye a Egipto; quédate allí hasta que te diga, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo» (Mt 2,13). José no dudó en obedecer, sin cuestionarse acerca de las dificultades que podía encontrar: «Se levantó, tomó de noche al niño y a su madre, y se fue a Egipto, donde estuvo hasta la muerte de Herodes» (Mt 2,14-15)”.
Reflexión: Francisco hace notar que en este segundo discernimiento que José “no dudó”.
Una de las Gracias más lindas de un buen discernimiento es que facilita el camino a todos los demás. El primer discernimiento fue un discernimiento de estado de vida, un discernimiento que lo llevó a José a una elección para toda la vida. Tener ya hecha esta elección implica jugar el partido con Dios de socio. Dios también se juega y confía nada menos que a su Hijo en manos de José. Y ahora Jose sabe que, junto con Jesús, Dios le dará todas las gracias que necesite para cuidarlo ( como hace con todo el que elige su familia para siempre o su comunidad religiosa y su porción de pueblo de Dios para siempre).
Por eso José no duda! El y el Padre aman a Jesús por sobre todas las cosas y eso hace que José se tire de cabeza a la menor indicación de Dios referente a la seguridad del Niño y de su Madre.
Para nosotros la enseñanza es que si uno se anima a hacer elección de vida y no la toca ni se vuelve atrás, los otros discernimientos y elecciones serán no más fáciles, sino más “de corazón”. Las dudas y las angustias no bloquearán el corazón que encontrará el camino tirándose en las manos del Padre sabiendo por experiencia que se puede fiar.
Texto del Papa: “En Egipto, José esperó con confianza y paciencia el aviso prometido por el ángel para regresar a su país. Y cuando en un tercer sueño el mensajero divino, después de haberle informado que los que intentaban matar al niño habían muerto, le ordenó que se levantara, que tomase consigo al niño y a su madre y que volviera a la tierra de Israel (cf. Mt 2,19-20), él una vez más obedeció sin vacilar: «Se levantó, tomó al niño y a su madre y entró en la tierra de Israel» (Mt 2,21).
Pero durante el viaje de regreso, «al enterarse de que Arquelao reinaba en Judea en lugar de su padre Herodes, tuvo miedo de ir allí y, avisado en sueños —y es la cuarta vez que sucedió—, se retiró a la región de Galilea y se fue a vivir a un pueblo llamado Nazaret» (Mt 2,22-23)”.
Reflexión: En estos dos últimos sueños se invierte de alguna manera el proceso. Lo más lindo es que ahora el miedo de José no le juega en contra, sino a favor. Ha aprendido a temer lo mismo que teme Dios -que algo pueda hacerle mal a Jesús- y Dios le “confirma” que ese temor es bueno y que puede seguir su criterio. La libertad de José es total. Todos sus sentidos, incluso el miedo, sintonizan con el querer del Padre! Que felicidad!
La confirmación es el último paso del discernimiento. En nosotros, la confirmación interior requiere siempre la de la Iglesia. En este modo de proceder del Padre con José – que con María y Jesús son la primera y plena Iglesia- este pequeño paso de un Dios que se le pone detrás y confirma sus decisiones, nos permite entrever la grandeza de José! El Padre celestial camina detrás del padre terrenal de su Hijo y confirma sus decisiones. Esto es lo que hará Jesus Resucitado que confirmará lo que decida su Iglesia!
Texto del Papa: “En cada circunstancia de su vida, José supo pronunciar su “fiat”, como María en la Anunciación y Jesús en Getsemaní.
José, en su papel de cabeza de familia, enseñó a Jesús a ser sumiso a sus padres, según el mandamiento de Dios (cf. Ex20,12).
En la vida oculta de Nazaret, bajo la guía de José, Jesús aprendió a hacer la voluntad del Padre. Dicha voluntad se transformó en su alimento diario (cf. Jn 4,34). Incluso en el momento más difícil de su vida, que fue en Getsemaní, prefirió hacer la voluntad del Padre y no la suya propia[16] y se hizo «obediente hasta la muerte […] de cruz» (Flp 2,8). Por ello, el autor de la Carta a los Hebreos concluye que Jesús «aprendió sufriendo a obedecer» (5,8).
Todos estos acontecimientos muestran que José «ha sido llamado por Dios para servir directamente a la persona y a la misión de Jesús mediante el ejercicio de su paternidad; de este modo él coopera en la plenitud de los tiempos en el gran misterio de la redención y es verdaderamente “ministro de la salvación”».
Reflexión: El Papa destaca que José fue llamado a servir a Jesús -a su Persona y Misión- mediante el ejercicio de la paternidad.
El discernimiento es el verdadero ejercicio de la paternidad. Discernir de corazón y enseñar a un hijo a discernir de corazón es el signo más fuerte de la paternidad plena. Asociar a un hombre a su Paternidad es el don más grande que el Padre haya hecho a alguien. Este discernimiento cordial, que en María es un “Fiat” inmediato a la voluntad del Padre, en José se da en un proceso que nos lo acerca y nos permite aprender como hijos lo que significa discernir y obedecer de corazón a nuestro Padre.
Momento para contemplar
Marta Irigoy
En este Mes del Sagrado Corazón, que hermosa invitación será rezar en torno al corazón obediente de San José…
El corazón de San José, fue formado en esa disponibilidad que lo ayudo a capacitarse para descubrir lo que le agrada al Padre… Corazón Obediente y discernidor en el cual Jesús también fue acompañado…
El Corazón de Jesús tiene mucho de la herencia recibida en Nazareth de Maria y José…
Un momento crucial y seguramente, un momento “kairos” , fue cuando el Niño Jesús se les perdió de vista, quedándose en el Templo… en la casa de “su Padre”…
Sin embargo, Jesús, bajo y volvió con ellos a Nazareth y quedo “sujeto a ellos” es decir, obediente a quienes el Padre se los había confiado…
- Estamos invitados en este Mes del Sagrado Corazón a entrar en estos corazones…
Al Corazón de José para animarnos a mirar y rezar nuestras inquietudes y oscuridades…
Al Corazón de Maria, para que Ella nos anime a confiar en que nada hay imposible para Dios…
Al Corazón de Jesús, para dejarnos consolar…
Al Corazón del Padre, que nos espera para hacernos sentir sus “hijos muy amados”…
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