
Momento de Meditación
Diego Fares sj
Algunos pasajes de Laudato si pueden ayudarnos a profundizar en la meditación sobre las “Tres maneras de humildad” desde el punto de vista de la “conversión ecológica”.
SOY CREATURA
El primer razonamiento para la humildad dice así: soy criatura, básicamente igual a todas las demás en nuestra relación de reconocimiento a nuestro Creador.
“La primera manera de humildad es necesaria para la salud eterna, (y) es a saber, que así me baje y así me humille cuanto en mí sea posible, para que en todo obedezca a la ley de Dios nuestro Señor, de tal suerte que aunque me hiciesen Señor de todas las cosas criadas en este mundo, ni por la propia vida temporal, no sea en deliberar de quebrantar un mandamiento, ya sea divino, ya humano, que me obligue a pecado mortal”.
La podemos sintetizar diciendo que se trata del razonamiento propio de una criatura, de alguien que reconoce que le debe la vida a un Creador y se sitúa en su propio lugar, en el que la humildad es la verdad, la realidad.
Dice Francisco:
“No podemos sostener una espiritualidad que olvide al Dios todopoderoso y creador. De ese modo, terminaríamos adorando otros poderes del mundo, o nos colocaríamos en el lugar del Señor, hasta pretender pisotear la realidad creada por él sin conocer límites. La mejor manera de poner en su lugar al ser humano, y de acabar con su pretensión de ser un dominador absoluto de la tierra, es volver a proponer la figura de un Padre creador y único dueño del mundo, porque de otro modo el ser humano tenderá siempre a querer imponer a la realidad sus propias leyes e intereses” (LS 75).
“Para la tradición judío-cristiana, decir « creación» es más que decir naturaleza, porque tiene que ver con un proyecto del amor de Dios donde cada criatura tiene un valor y un significado. La naturaleza suele entenderse como un sistema que se analiza, comprende y gestiona, pero la creación sólo puede ser entendida como un don que surge de la mano abierta del Padre de todos, como una realidad iluminada por el amor que nos convoca a una comunión universal” (LS 76).
El primer razonamiento que nos hace hacer Ignacio da por supuesta la humildad como condición propia de toda criatura. El primer pensamiento “humilde” (verdadero, diría Santa Teresa, puesto que la humildad es la verdad) de un ser creado consiste en encontrar razones para agradecer su existencia y buscar relacionarse con su Creador.
Ser criatura significa que lo primero y más auténtico mío es buscar adorar a mi Creador, agradecerle, preguntarle cómo me ha hecho, qué soñó para mí, con qué fin me creó.
Mirando a los demás seres, ser criatura significa «ser igual» a todos en la condición más básica de mi ser.
Las realidades que entran en juego en este razonamiento son las últimas y definitivas: la Grandeza de Dios y mi pequeñez como criatura, la salvación eterna y el odio al pecado de soberbia -de creerme más de lo que soy- que amenaza esa vida eterna.
Laudato si plantea claramente que no somos «dueños» de la creación, sino parte integrante de ella. Como criaturas, aunque seamos «especiales» por el hecho de «ser siempre sujetos» y nunca «objetos», no significa que podamos disponer a nuestro arbitrio de los demás seres, que tienen su valor propio y no «solo en relación a nosotros».
“Estamos llamados a reconocer que los demás seres vivos tienen un valor propio ante Dios y, « por su simple existencia, lo bendicen y le dan gloria », porque el Señor se regocija en sus obras (cf. Sal 104,31). Precisamente por su dignidad única y por estar dotado de inteligencia, el ser humano está llamado a respetar lo creado con sus leyes internas, ya que « por la sabiduría el Señor fundó la tierra » (Pr 3,19).
Hoy la Iglesia no dice simplemente que las demás criaturas están completamente subordinadas al bien del ser humano, como si no tuvieran un valor en sí mismas y nosotros pudiéramos disponer de ellas a voluntad. Por eso los Obispos de Alemania enseñaron que en las demás criaturas « se podría hablar de la prioridad del ser sobre el ser útiles».
El Catecismo cuestiona de manera muy directa e insistente lo que sería un antropocentrismo desviado: «Toda criatura posee su bondad y su perfección propias … Las distintas criaturas, queridas en su ser propio, reflejan, cada una a su manera, un rayo de la sabiduría y de la bondad infinitas de Dios. Por esto, el hombre debe respetar la bondad propia de cada criatura para evitar un uso desordenado de las cosas »” (LS 69).
Esto no significa que no debamos considerar el lugar especial del hombre y graduar respetuosamente la escala de valores.
SOY SERVIDOR
El segundo razonamiento para la humildad dice así: soy servidor, es bueno que esté disponible.
“La 2ª es más perfecta humildad que la primera, es a saber, si yo me hallo en tal punto que no quiero ni me afecto más a tener riqueza que pobreza, a querer honor que deshonor, a desear vida larga que corta, siendo igual servicio de Dios nuestro Señor y salud de mi ánima; y, con esto, que por todo lo criado ni porque la vida me quitasen, no sea en deliberar de hacer un pecado venial”.
Este razonamiento es fundamentalmente el de alguien que solo se considera un simple servidor y para nada un dominador. Se ve en que mientras pueda brindar bien su servicio y hacer lo suyo, se considera contento y no pretende ningún privilegio. Le basta existir y poder servir!
Soy criatura, y obedecer y servir al que me esta dando el ser ahora mismo es algo básico, acorde con mi ser. Practicado hace mucho bien: despeja el panorama de los pensamientos angustiosos y fluctuantes y me conecta con mi verdad más honda: servir lo que se nos mande nos hace bien. Esta es la manera de razonar de María, cuando dice: “Yo soy la servidora del Señor, hágase en mí según tu palabra”.
Laudato si nos aclara algo sobre el mandato bíblico de dominar el mundo.
Esto de “dominar” el mundo debe ser bien entendido, porque generó distorsiones.
Somos servidores. El nuestro es un «dominio» funcional, respetando el ser de cada cosa y el plan de salvación de Dios.
“No somos Dios. La tierra nos precede y nos ha sido dada. Esto permite responder a una acusación lanzada al pensamiento judío-cristiano: se ha dicho que, desde el relato del Génesis que invita a «dominar» la tierra (cf. Gn 1,28), se favorecería la explotación salvaje de la naturaleza presentando una imagen del ser humano como dominante y destructivo. Esta no es una correcta interpretación de la Biblia como la entiende la Iglesia. Si es verdad que algunas veces los cristianos hemos interpretado incorrectamente las Escrituras, hoy debemos rechazar con fuerza que, del hecho de ser creados a imagen de Dios y del mandato de dominar la tierra, se deduzca un dominio absoluto sobre las demás criaturas. Es importante leer los textos bíblicos en su contexto, con una hermenéutica adecuada, y recordar que nos invitan a «labrar y cuidar» el jardín del mundo (cf. Gn 2,15). Mientras «labrar» significa cultivar, arar o trabajar, «cuidar» significa proteger, custodiar, preservar, guardar, vigilar. Esto implica una relación de reciprocidad responsable entre el ser humano y la naturaleza. Cada comunidad puede tomar de la bondad de la tierra lo que necesita para su supervivencia, pero también tiene el deber de protegerla y de garantizar la continuidad de su fertilidad para las generaciones futuras. Porque, en definitiva, « la tierra es del Señor » (Sal 24,1), a él pertenece « la tierra y cuanto hay en ella » (Dt 10,14). Por eso, Dios niega toda pretensión de propiedad absoluta: «La tierra no puede venderse a perpetuidad, porque la tierra es mía, y vosotros sois forasteros y huéspedes en mi tierra » (Lv 25,23)” (LS 67).
PUEDO IMITAR A MI CREADOR QUE SE HIZO HOMBRE POR MI. PUEDO SE AMIGO DE JESÚS
El tercer razonamiento para la humildad: en Jesús, mi relación con el Creador no es solo la de un servidor, sino que puedo ser su amigo.
“La 3ª es humildad perfectísima, es a saber, cuando incluyendo la primera y segunda, siendo igual alabanza y gloria de la divina majestad, por imitar y parecerme más actualmente a Cristo nuestro Señor, quiero y elijo más pobreza con Cristo pobre que riqueza, oprobios con Cristo lleno de ellos que honores, y desear más de ser estimado por vano y loco por Cristo que primero fue tenido por tal, que por sabio ni prudente en este mundo”.
Ignacio propone este Ejercicio para testear cómo están mis valores a la hora de elegir. Para ver si estoy ubicado como criatura, como servidor y, por último, si es la Persona de Cristo la que inclina la balanza de mi corazón hacia su amistad sin tener que pensarlo dos veces.
Dice Francisco:
“Para la comprensión cristiana de la realidad, el destino de toda la creación pasa por el misterio de Cristo, que está presente desde el origen de todas las cosas: «Todo fue creado por él y para él » (Col 1,16). El prólogo del Evangelio de Juan (1,1-18) muestra la actividad creadora de Cristo como Palabra divina (Logos). Pero este prólogo sorprende por su afirmación de que esta Palabra « se hizo carne » ( Jn 1,14).
Una Persona de la Trinidad se insertó en el cosmos creado, corriendo su suerte con él hasta la cruz. Desde el inicio del mundo, pero de modo peculiar a partir de la encarnación, el misterio de Cristo opera de manera oculta en el conjunto de la realidad natural, sin por ello afectar su autonomía” (LS 99).
“El Nuevo Testamento no sólo nos habla del Jesús terreno y de su relación tan concreta y amable con todo el mundo. También lo muestra como resucitado y glorioso, presente en toda la creación con su señorío universal: «Dios quiso que en él residiera toda la Plenitud. Por él quiso reconciliar consigo todo lo que existe en la tierra y en el cielo, restableciendo la paz por la sangre de su cruz» (Col 1,19-20). Esto nos proyecta al final de los tiempos, cuando el Hijo entregue al Padre todas las cosas y « Dios sea todo en todos » (1 Co 15,28). De ese modo, las criaturas de este mundo ya no se nos presentan como una realidad meramente natural, porque el Resucitado las envuelve misteriosamente y las orienta a un destino de plenitud. Las mismas flores del campo y las aves que él contempló admirado con sus ojos humanos, ahora están llenas de su presencia luminosa (LS 100).
Laudato si plantea lo «especial» del cristianismo, haciendo ver que en todo -en la cotidianidad, en las cruces y en las cosas lindas de la vida, está presente Jesús. Amarlo y elegirlo a Él nos permite amar la realidad tal como es, aun en sus aspectos de cruz, y siguiéndolo en todo, poder llegar a vivir una relación de amistad.
Momento para Contemplar
Marta Irigoy
Es una linda oportunidad la que tenemos en este Mes de Agosto, para ahondar en nuestro seguimiento de Jesús y así testear como esta mi Amor por Él y en ese «Amor que nos envuelve», como anda nuestro amor a las cosas, a las personas y a toda la Creación. Todo nuestro amor a Jesús se plasma en el amor que ponemos en las cosas que hacemos… en aquello que nos arrebata el corazón buscando hacer el bien y la viviendo en la verdad, que es a lo que nos invita esta Meditación tan propia de los EE.
Escribe el P. Diego más arriba, que «Las tres maneras de humildad o maneras de amar a Jesús y a todo lo creado por El, nos hacen descubrir nuestra vocación profunda…
Y como descubrimos nuestra vocación profunda??
Cuando tomamos conciencia de que somos creatura: esto es lo primero y lo más auténtico mío, por tanto, el modo de vivir en la verdad será buscar adorar a mi Creador, agradecerle y preguntarle: qué soñó para mí…
Seguramente para algunos es una pregunta que aparece en diferentes momentos de la vida, y para otros es una pregunta de cada día… Cada uno en búsqueda de la Voluntad de Dios…
Sin embargo nuestro cimiento estará en saber poner los pies en la certeza, de que la vida en «abundancia que nos trae Jesús», es vivir contemplando en la vida cotidiana: la Grandeza de un Dios que se ha enamorado de mi pequeñez como creatura…
Cuando así lo hacemos, todo toma otra dimensión…
Hay un texto del Profeta Jeremías que puede ayudarnos a sentir y gustar la hondura del Amor de Dios «por mí» , como nos hace pedir San Ignacio; un amor personal, único y eterno:
«En aquel tiempo –oráculo del Señor– yo seré el Dios de todas las familias de Israel y ellos serán mi Pueblo. Así habla el Señor: Halló gracia en el desierto el pueblo que escapó de la espada; Israel camina hacia su descanso.
De lejos se le apareció el Señor: Yo te amé con un amor eterno, por eso te atraje con fidelidad. De nuevo te edificaré y serás reedificada, virgen de Israel; de nuevo te adornarás con tus tamboriles y saldrás danzando alegremente; de nuevo plantarás viñas sobre los montes de Samaría: los que las planten tendrán los primeros frutos. Porque llega el día en que la los vigías gritarán sobre la montaña de Efraím: «¡De pie, subamos a Sion, hacia el Señor, nuestro Dios!». Porque así habla el Señor: ¡Griten jubilosos por Jacob, aclamen a la primera de las naciones! Háganse oír, alaben y digan: «¡El Señor ha salvado a su pueblo, al resto de Israel!»».
-Jeremías 31,1-7-
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